domingo, 17 de mayo de 2009

El lirio soñado

El lirio no está marchito, pero ha pasado el mejor momento de su ser.
Su olor y su fragancia siguen diciendo que un alma enamorada lo ofreció con sumo placer.
Así lo ofrecí, pero se rechazó, no iría a la persona adecuada, si no, ¿por qué lo rechazó?
Sueño con el lirio en su esplendor, sueño con tu cuerpo junto a mí, pero sueño y sigo soñando y me olvido que los sueños, sueños son.

Pienso en tu cara sonrosada, en tu mirada clara, en tus besos apetecibles, en tus labios deseados, en tus pechos generosos: en tu cuerpo serrano.
Pienso y seguiré pensando, veré tus ojos en mis ojos, besaré tus labios en silencio y en la penumbra de mis pensamientos desearé estrechar tu cuerpo.

Pero mi importa tu alma, porque el alma viene y se queda conmigo,
va y viene y si se va, creo que volverá
Cuando alargo los brazos y no te encuentro, me pongo triste, tu alma me consuela y con tu recuerdo revivo.

Reviviré mientras pueda, mientras me quede aliento, aunque temo se gaste antes, desesperado de tanto esperar.
Mientras espere soñaré, para cuando despierte y alargue mis brazos. si te encuentro, el mejor de mis besos te ofreceré y si se alargan en vano, tal vez llore y recuerde que un sueño es un sueño, aunque merezca ser.

domingo, 3 de mayo de 2009

Yo también quiero sentir y recordar

Cuántos deseos y quereres! Tienes suerte de poder recordarlos, tienes suerte de poder verbalizarlos y manifestarlos. Tienes suerte porque, aunque abandonada (¿?), sigues queriendo y deseando. Quien quiere, desea y espera, en algún momento, es querida y consigue su Esperanza.
Tienes suerte de alimentar todos estos sentimientos porque en verdad tienes memoria y es el recuerdo quien te trae al deseo de lo que percibiste y porque no es el mismo disfrute compara y desea aquello otro.
Recuerdo, porque gracias a la memoria puedo saber qué es lo que conozco, puedo desear sentir lo que recuerdo que sentí, puedo desear amar porque la memoria me dice qué es amar y por lo mismo puedo desear el amor para mí.
¡Cuántas veces he recordado lo que pasó! ¿He recordado lo que viví? Siempre recuerdo un instante, ¿por qué? ¿porque se escapó al momento y quiero mantener lo sentido y vivido?
No recuerdo tiempos felices de la infancia, no puedo, tal vez, recordar períodos felices de mi juventud cuando empezaba a vislumbrar la posibilidad de un futuro que quería conseguir feliz
No recordamos aquellos largos paseos por el parque grande cogidos de la mano, no recordamos aquellas tardes de primavera preparando juntos el primer examen de final de mayo cuando ya sentíamos vibrar el corazón con su presencia.
Recuerdo aquel primer beso detrás de los arbustos, de aquel otro, primer roce, como si fuera la concienciación de nuestra masculinidad-feminidad. Las cortísimas semanas (aunque fueran varios meses) de ilusión y felicidad tras la recuperación de un amor luego del dolor de una ruptura sentimental, y más tarde, los largos e interminables preparativos de boda pensando en la vida en común y todos aquellos años de felicidad vividos, no, esos hechos son demasiado extensos en el tiempo para tener un icono que los traiga a la realidad.
Si repasamos los recuerdos manifestados, cada cual los suyos, no hemos visto u oído ninguno que nos hable de estados de felicidad, tiempos que recordemos como felices, épocas que hayamos vivido intensa y felizmente.
Prefiero recordar instantes porque en ellos lo que se encierra es más intenso y puro, porque las racionalizaciones no han aparecido, todavía; las disensiones o dificultades aparecen en lo extenso en el tiempo. Por eso los instantes son más disfrutados en el recuerdo y con una intensidad muchas veces soñada, porque también el recuerdo tiene su magia…
Pero yo también quiero expresar aquí un deseo y un querer que llegue para todos y cada uno de los lectores: quiero que todo lo deseado y sin perder la esperanza nos llegue antes de que no podamos recordarlo.
Recordando, finalmente, podemos conocer y querer, desear, amar y disfrutar…